¿Todavía no conoces a Ramiro Musotto?

Ramiro Musotto (1963-2009)- .A poco más de un año de su vertiginosa partida, cuando me encuentro inmerso en un hermoso trabajo de investigación sobre su obra, me sorprende todavía que el nombre Ramiro Musotto permanezca desconocido para muchas personas que se dicen amantes de la buena música y aún acostumbrados oyentes de las musicalidades venidas de un país continente como lo es Brasil. Será tal vez porque estos tiempos del downloading, del compartir arte vía computadores, haya hecho resignar el conocimiento de la ficha técnica de las creaciones para priorizar la posesión de los archivos que antes eran parte de un todo que incluía diseño gráfico e información detallada. Sólo así se explica que cualquiera que haya estado atento a los últimos años de la MPB – siglas que vienen a resumir a la música popular hecha en el Brasil – no se haya topado con la participación de Musotto como programador, percusionista o productor en discos de artistas como Caetano Veloso, Marisa Monte, Adriana Calcanhotto, Daniela Mercury, Margareth Menezes, Paulinho Moska, Lucas Santtana, Gilberto Gil, Sergio Mendes, Lulú Santos, Marina Lima, Zeca Baleiro o Lenine, por mencionar apenas algunos de los que tengamos más frescos en nuestro diccionario mental de músicas hechas en Brasil.

Un berimbau que excitaba masas en estado de rave

Pero los que pudimos ver el pasaje del vinilo al CD y luego el reinado del mp3, el sharing PTP de bienes culturales y la aparición de blogs especializados, hemos podido ir moviendo nuestras preferencias y placeres de escuchar y conocer quien está tocando, haciendo que hoy siga vivo el interés por agradecer a los músicos que nos han dado felicidad con su trabajo. Y es en ese sentido que le sigo rindiendo un homenaje sentido a un artista como Musotto. Porque aún antes de conocer su propia música y a él como un ser humano atento, respetuoso y notoriamente apasionado por la música en sí misma supe de su talento a través de obras que me regalaron momentos de un gran placer. Una sensación que mucho tenía que ver con la unión de culturas, de espacios geográficos, de tiempos. Y de ese goce que pude tener con su musicalidad puesta al servicio de otros - con discos como Livro de Veloso, Canto da cidade, de Daniela Mercury, Liga Lá de Lulú Santos, Maritmo, de Adriana Calcanhotto, entre muchos otros -  la llegada del disco Sudaka a mis manos fue como la aparición de un objeto estético único, multisensorial, polisémico, tan lúcido como lúdico.

Ya había escuchado a través de una placa de Lulú Santos tracks como La Danza del Tezcatlipoca Rojo, ese increíble tema que une bases dance influidas por el drum´n bass con un berimbau que excitaba masas en estado de rave. Pero fuera de la inclusión en su primer disco solista de esta música ya editada anteriormente, las 9 restantes eran pura novedad. No sólo porque daban nacimiento a su carrera solista, sino porque parecían inaugurar una nueva manera de hacer música en Sudamérica. Haciéndose cargo de una riquísima herencia proveniente de la síntesis entre las culturas indígenas con las distintas naciones africanas arribadas al continente por el sistema esclavista y todo el acervo europeo rastreable tanto en las formas sincréticas históricas de los géneros musicales netamente americanos como en una manera de hacer suyo el mismísimo sistema armónico occidental. Porque si algo se escucha ya en Sudaka – editado en 2001 – es la manera en que un argentino que estudió con minuciosidad la historia entera rítmica brasileña le dio a todo este universo musical su impronta investigadora, en una forma de componer paisajes sonoros donde cada elemento parece obra de una poderosa capacidad de síntesis. Lo destacable de este proceso de creación es que haya sido hecho a la luz de una experiencia profesional como productor, sesionista o programador de lo más selecto de la MPB que hizo que su propia obra de muchos modos antropológica e intelectual de muchos modos sonara provista de un impresionante swing y de incuestionable actualidad. En temas como Caminho, Ginga, Raio, Bayaka, Xavantes, Ijexá o el hit Botellero creaba puentes sonoros atractivos entre tradiciones diferentes, creando una música propia, actual, que al mismo tiempo mostraba con respeto de arqueólogo elementos culturales en su estado primordial: desde ritmos tocados en estado purísimo a sonidos sampleados de íconos culturales brasileños como voces de films de Glauber Rocha – líder del Cinema Novo brasilero -, cánticos indígenas o músicas libertarias de Ile Aiye,agrupación cultural afro de Salvador.

Fue justamente en el corazón afro de Brasil, la ciudad que fuera su primera capital y hasta hoy la urbe con mayor concentración de población negra, donde Musotto llegó a principios de los ´80, enamorado de la música percusiva brasilera. Y a sabiendas de que allí debía pasar algún tiempo para conocer desde adentro las estructuras rítmicas que lo habían enamorado estando aún en Bahía Blanca, la ciudad argentina donde pasó su infancia y adolescencia. Donde estudió música con maestros como BiafraGimenez, fue parte de la Orquesta Sinfónica del lugar tanto como miembro de grupos musicales como Mate, imbuidos de sofisticación y virtuosismo, marca de lo que en la época se llamaba de música progresiva. Pero si entonces dos modelos posibles para un joven músico curioso estaban en grupos como Weather Report o las distintas formaciones de Egberto Gismonti, la riqueza rítmica del músico brasilero se unió a su interés por el berimbau. Y el placer que ya sentía por ese instrumento tradicionalmente perteneciente a la capoeira – que ya había escuchado en la renovación que hiciera de él Naná Vasconcelos - hizo que decidiera, a sus 18 años, viajar a Brasil para estudiar percusión.

Su interés en la política y su búsqueda de crear conciencia 

Luego de un año en San Pablo, donde tuvo fuertes bases teóricas con Zé Eduardo Nazario, viajó a Salvador, Bahía, donde se inició un romance que daría color a toda su vida como músico. Fue allí donde se entremezcló entre capoeiristas, tocadores callejeros de berimbau, productores o ingenieros de sonido argentinos ya afincados en el sitio y todo tipo de percusionistas. Aplicó sus procedimientos técnicos para estudiar con precisión cada toque del berimbau, supo estudiar el candomblé en sus aspectos musicales y se convirtió en la primera persona que dio clases sobre berimbau en la Universidad Federal de Bahía. Todo esto le pasó en tiempos en que Olodum y el samba reggae estaban haciendo que la ciudad pasase a ser vista por el mundo como un lugar donde hay que estar para ver de cerca un ritmo nuevo, que incorporaba elementos provenientes de distintas vertientes y que músicos como Paul Simon o Michael Jackson dieron visibilidad universal. Lo que pocos saben es que Musotto fue quien supo llevar al estudio de grabación una forma de sintetizar en los elementos justos la batida numerosa que en vivo generaban cientos de percusionistas. Fue su síntesis, sumada a su manejo pionero en Salvador de las baterías electrónicas, el que logró un sonido nuevo, que daría luego lugar a esa mezcla sabrosa que se haría llamar Axé, que incorporando modernidad y tradición afro unidas, hizo que explotara en todo Brasil y luego en el mundo de la mano de artistas como Gerónimo, Margareth Menezes y Daniela Mercury.

Todo el que haya bailado el tema Canto da Cidade, debe saber que está moviéndose - en el tema cantado por Daniela Mercury - sobre un diseño sonoro gestado por Musotto, quien era tan disputado como su amigo Carlinhos Brown en los estudios de Bahía, por esa capacidad que compartían para hacer simple y de forma efectiva lo que para otros requería mucho tiempo y la participación de muchos músicos. Así como Brown pasó a estar mucho tiempo en Río de Janeiro en su etapa como músico de Caetano Veloso, los ´90 vieron a Musotto radicado en la ciudad del Corcovado. Fue allí donde, cuando el Axé y el samba reggae ya habían estallado y expandido para todo el país, se convirtió en músico solicitadísimo, como percusionista, programador y programador. Grabó en cientos de discos y fue parte de la banda de Lulu Santos y de agrupaciones como Kid Avelha y Skank, etapas en las cuales ya comenzó a vislumbrar su etapa solista. Muchos tracks de su primer disco los hizo estando en giras nacionales e internacionales. Y, con más o menos asiduidad, hizo convivir sus trabajos para otros con la creación de su material solista. Así nacióSudaka, el disco y su concepto de banda, usando una palabra - nacida en Europa con connotaciones despectivas para los sudamericanos -que él quiso resignificar, como manera de exhibir su carácter tan argentino como brasileño.

 Su música había traspasado el continente

Fue un discurso indigenista del mexicano subcomandante Marcos uno de los puntos fuertes con que su interés en la política y su búsqueda de crear conciencia sobre el tesoro cultural sudamericano se unieron en su segundo disco: Civilizacao & Barbarye(2006). Ya había editado en Brasil un DVD – Sudaka ao Vivo (2005) - con la puesta en vivo de su primer disco y su música había traspasado el continente, a través de oídos sensibles en la Europa que editarían este material, además de organizar sus giras europeas. En los años que van desde el 2006 hasta el 2009, Musotto fue creando - junto al trabajo de sellos como Los Años Luz oHelico, en Argentina y Francia, además de managers como la uruguaya  Lea Bensasson – un trabajo de difusión de su obra multicultural que iba ganando terrenos a través de pasos precisos. En el medio de este proceso de conquista suave, trabajosa en muchos sentidos, de mercados mundiales, se dio la creación de la primera orquesta mundial de berimbaus en Francia, gracias a un programa cultural del gobierno francés. Además tuvo lugar también una investigación teórica profunda que el músico hizo sobre aspectos rítmicos universales y particularmente sobre el instrumento por el que llegó a ser llamado “el Hendrix del berimbau”.

Ya en el que suele ser considerado su segundo disco, Civilizacao & Barbarye, temas como Ronda muestran una huella del lugar nuevo al que estaba llevando el instrumento, más allá del mismísimo trabajo de su maestro Naná Vasconcelos. Cómo habrá sido la manera en que Musotto trató al berimbau que el músico pernambucano supo decirme hace poco tiempo, durante una entrevista, que si algo definía al argentino era la humildad y el respeto. Admiraba la técnica y los desarrollos innovadores de Musotto, pero más su capacidad de respetar las tradiciones y estudiar con afecto las bases donde habían nacido formas y estilo de tocar el instrumento. De todos los músicos  con los que he hablado, cerca de un centenar, las palabras de Vasconcelos son una llave para comprender el carácter único del trabajo de Ramiro Musotto para regalarle al mundo una música novedosa, cuyo carácter más esencial esté tal vez en su manera de hablarnos desde un hoy que se pone como por fuera del tiempo. Y un cuidado de artesano que hace que un pasado tradicional pueda vibrar con atractivo swing en este instante en que las palabras ya podrían hablar de Musotto como parte de algo que ya no está entre nosotros. “Creo mucho en aprovechar lo que ya hubo antes, para mejorarlo, depurarlo, no comenzar de cero todo el tiempo, mantener el link con el pasado. Entonces los temas que elijo, los sonidos que pongo, son como música de sensaciones colectivas, como si nos incitaran a congregarnos, a juntarnos, sobre una emoción compartida”, me dijo en un reportaje Musotto. Y luego agregó que la paradoja era que esas sensaciones de conectar con el pasado se dieran mediante el uso de la tecnología.

Hoy la ausencia física del músico, producto de una enfermedad en 2009, no impide que su música siga generando reacciones nuevas, movilizando cuerpos, mentes y almas. “Ramiro vive” cantó como himno mucha gente en un homenaje que se le hiciera en su Bahía Blanca de crianza en el momento en que hubiera estado cumpliendo 46 años. Hoy, cada vez que nos movemos con su música o hasta cuando intentamos descifrar racionalmente todo lo que hay dentro de alguna de sus composiciones, estaremos dándole una buena parte de razón a ese grito emocionado. Puede ser que no esté como persona, con todas sus capacidades, virtudes y contradicciones o debilidades humanas. Pero si hay algo que sigue vibrando ahora es su manera personal de mirar el universo: con curiosidad de niño e intelecto de adulto. Todo eso está en su música. ¿Aún no conoces a Ramiro Musotto?