Indignados - como si fuera el título de una película...

‘La primavera española’, algunos ya la llaman así como si fuera el título de una película de Garci. El día 15 de mayo, ese día en que las fuerzas del estado reprimieron con violencia una marcha pacífica y encarcelaron a casi una veintena de personas, los jóvenes españoles salieron a la calle por primera vez y desde entonces, no volvieron a entrar.

Es la de 15M una agitación de conciencias inesperada, promovida por las redes sociales, escondida por los medios tradicionales y alentada por la falta de representación política de una sociedad, que agoniza a final de mes con una hipoteca de por vida y en la que casi la mitad de los menores de 30 años no tiene trabajo.

‘No es culpa de los políticos’-dicen. La culpa se la echan a una recesión mundial que nos ha azotado a españoles parece que en mayor medida que al resto. ¿Por qué a nosotros más? ¿Por qué estamos desempleados y nos quedamos callados? Y así, a fuerza de tragar, los políticos se han llenado los bolsillos y han movido los hilos de nuestra economía de forma inconsciente y sin mucho tino, sin mirar de cerca a la calle, porque en ésta, antes, no había nadie.

¿Qué hacemos aquí?

Pero hurguemos un poco más en la herida y preguntemos: ¿quién los elige a ellos? A los políticos, me refiero. Se supone que nosotros porque para eso vivimos en una democracia… ¿no? Entonces hay algo que no entiendo, porque resulta que mirando las fuerzas que gobiernan por todas partes del territorio nacional, parece que tan sólo hay dos representadas cuando a las elecciones se presentan una gran cantidad de listas de lo más variopintas. Esto me conduce a una duda: ¿A dónde van los votos de aquellos que no comulgamos con ninguno de estos dos programas políticos que, a final de cuentas, mantienen la política de siempre en pro del fracaso del pobre y de la riqueza del rico?

No hay que buscar mucho para encontrar la explicación: la ley electoral que data de 1985 y que aún sigue vigente tiene la culpa. Y es que los votos no valen igual en todas partes y los escaños no suponen el mismo esfuerzo para los partidos minoritarios que para los grandes. No, señores, un voto no tiene valor ni unitario ni equitativo. La ley electoral en España no es democrática y de ahí que #democraciarealya haya sido uno de los trending topics que más echaba humo en un altavoz del siglo XXI llamado Twitter.

Múltiples espacios de reflexión colectiva

Independientemente de los resultados electorales que han dado una clara victoria a la derecha, conquistando incluso ayuntamientos y comunidades históricamente socialistas, los acampados de Sol siguen en su lucha. Algunos llevan más de una semana bajo las lonas pero aseguran estar dispuestos a permanecer allí tanto tiempo como haga falta hasta que se perciba algún cambio.

Aquello está organizado en grupos de trabajo: zona de carteles, de comida, enfermería… Diversos colectivos se organizan aprovechando esta plataforma para reclamar por sus derechos, por ejemplo músicos y feministas. Medios, vecinos y anónimos suministran víveres y otras facilidades. Hay una zona de wi-fi y una biblioteca cuyas estanterías ya están abarrotadas de libros donados. Se percibe el cansancio físico pero siguen fluyendo los pensamientos de reivindicación en cada plaza, en cada asamblea.

No, no es ésta una protesta en contra de algo concreto, la reflexión colectiva se va bifurcando por muchos caminos. Lo importante -declaran los organizadores- es que se cree una atmósfera de inconformismo, que vean que no pueden hacer con nosotros lo que les dé la gana. Y el alud que surgió como una iniciativa de unos pocos, se hizo cada vez más grande hasta salpicar el mapa de concentraciones convocadas a nivel mundial.

Desde Madrid hasta Vietnam, el mundo mira a la #spanishrevolution con interés, no sabemos si con ganas de emularnos pero seguro que con curiosidad, la curiosidad de saber por cuánto tiempo por un lado esto es sostenible y por otro, tal y como dicen las pancartas, a aquellos que mataron nuestros sueños, no se les dejará dormir.